Anfitrión.
Júpiter, enamorado de Alcmena, ha adoptado el aspecto de su esposo Anfotrión,
que ha partido para la guerra. Mientras se halla en el lecho de Alcmena,
regresa Anfritrión con su esclavo Sosia. Mercurio, que vigila celosamente la
casa bajo el disfraz de Sosia, llega a hacer dudar al verdadero Sosia de su
propia identidad. Anfitrión, por su parte, comprende que Alcmena ha aceptado a
algún otro en su lugar. Mas cuando la acusa de infidelidad, Júpiter explica la
situación a su amada, le promete un hijo héroe e interviene en su ayuda
deteniendo a Anfitrión con un rayo. Una doncella anuncia que Alcmena ha dado a
luz dos gemelos, uno de los cuales, nacido de Júpiter, será Hércules. La voz
del propio Júpiter, desde los cielos, aclara luego el engaño a Anfitrión, que
se somete a la voluntad del padre de los dioses.
Menaechmi. La
acción gira en torno a los equívocos que origina la confusión personal entre
dos hermanos gemelos. Un mercader de Siracusa que ha ido a Taranto con uno de
sus hijos gemelos, Menecmo, pierde a su niño entre la multitud y muere por ello
de dolor. Menecmo, recogido por un mercader de Epidamno y criado por él, hereda
sus riquezas y vive en Epidamno con una mujer celosa y una hermosa amante,
Herocio. Su hermano, mientras tanto, llamado también Menecmo por su abuelo, se
presenta en Epidamno y es confundido con el primer Menecmo por el parásito
Penicolo, por Herocio y hasta por la propia mujer de su hermano. Menecmo “segundo”
cree que la causa de sus incomprensibles aventuras es el hecho de haberle
gustado a una cortesana (Herocio). Menecmo “primero”, en cambio, tiene que
hacer frente a la furia desatada de una esposa celosa y de un suegro que lo
tiene por loco. Finalmente, los dos hermanos se reconocen y deciden regresar
juntos a Siracusa, una vez hayan vendido en pública subasta los bienes y también
a la mujer de Menecmo “primero” (si son capaces de encontrar quien la compre).
Miles gloriosus.
En Éfeso, el soldado Pirgopolinices, valentón y vanidoso, ha raptado a una
muchacha, Filocomasia, que es amada por Plausicles. Para arrebatársela, Plausicles,
con la ayuda de su amigo Periplecómeno y de su esclavo Palestrión, organiza una
enrevesada burla, haciendo pasar a la cortesana Acroteleuzia como mujer de
Periplecómeno pero enamoradísima de Pirgopolinices. Éste, convencido de haber
hecho una conquista atractiva, despide a Filocomasia. Mientras, Periplecómeno,
fingiendo indignación ante el atrevimiento de Pirgopolinices, hace que sus
esclavos le den una paliza. Un cierto relieve tiene el personaje del parásito
Artotrogo, maestro en hacer al perdonavidas de Pirgopolinices una relación de
sus imaginarias e hiperbólicas cualidades.
Asinaria.
Demenetes es un viejo vicioso y descarado, tiranizado por una esposa rica cuyo
administrador, el esclavo Saurea, cuenta en su propia casa más que él. Su hijo
Argiripo, enamorado de Filenia, necesita veinte minas para entregárselas a la
madre de la muchacha, una rufiana sin escrúpulos. Con el auxilio de su padre y
de los esclavos Líbano y Leónidas, Argiripo consigue, haciendo pasar a Leónidas
por Saurea, el producto de la venta de ciertos asnos realizada por la madre.
Pero esta, puesta sobre aviso por un amante desilusionado de Filenia, irrumpe
en casa de la muchacha sorprendiéndose de encontrar de francachela tanto al
marido como al hijo.
Aulularia.
Euclión, un avaro que se hace pasar por muy pobre, encuentra un día una olla
llena de oro debajo del hogar de su casa. A partir de ese momento pierde la paz
por miedo a que la olla sea descubierta y robada. Su rico vecino Megadoro le
pide por esposa a su hija Fedra y Euclión accede, aunque ignorando que Fedra,
violada por un desconocido durante las fiestas en honor a Ceres, está esperando
un hijo. El desconocido es Licónides, sobrino de Megadoro, que, al tener
conocimiento de las próximas nupcias del tío, confiesa a Euclión su culpa,
pidiendo a su vez por mujer a Fedra. Entre tanto Estróbilo, esclavo de
Licónides, ha descubierto la olla y la ha robado, aunque está dispuesto a
entregársela a su legítimo dueño a cambio de la libertad. Se ha perdido el
final de la comedia.