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El arbitraje. Dos esclavos, Daos y Sirisco, mantienen un pleito. Daos confía a Sirisco un niño abandonado, pero se guarda para sí las joyas que el niño llevaba encima; Sirisco las reclama, y los dos se someten al juicio del honrado Esmícrines. Éste, dado que las joyas son del niño, decide que corresponden a Sirisco. Mientras, la hija de Esmícrines, Pánfila, ha sido repudiada por su esposo Carisio después de haber dado a luz ocultamente un niño de padre desconocido. Pero Onésimo, esclavo de Carisio, reconoce entre las joyas un anillo extraviado por su amo en la fiesta de Taurópolis, durante la cual había violado a una muchacha desconocida. Cuando el flautista Habrótono reconoce en Pánfila a la muchacha violada, Carisio es presa de remordimientos. Aquí se interrumpen los fragmentos.