martes, 17 de marzo de 2020

Molière y el clasicismo


Durante estos días vamos a ver algunas obras de los siglos XVII y XVIII, en Francia y en Inglaterra. 
En Francia, el Clasicismo fue una alternativa al barroco italiano, el más influyente en Europa. Desde mediados de siglo, desarrollaron un arte derivado del absolutismo que Luis XIV había impuesto en el país. Es la época de las grandes obras públicas, la severidad ostentosa en arquitectura, las tragedias clásicas o la comedia tal y como la seguimos entendiendo.
En teatro, por ejemplo, Corneille y Racine se dedican a las grandes tragedias clásicas, a veces inspiradas en héroes medievales como el Cid, en el caso del rígido Corneille, o en personajes de Eurípides como Racine y su Fedra. Respetan las reglas aristotélicas, las unidades que el teatro español y el inglés se habían saltado durante toda la primera mitad del XVII, con Lope y Shakespeare y la siguiente generación hasta Calderón de la Barca, cima del teatro barroco. Es la época del racionalismo de Descartes, de las ideas que todavía llamamos cartesianas. El absolutismo, en su afán nacionalista, creó academias de todo tipo para fijar las reglas del buen gusto, depurar el idioma y fijarlo como el perfecto francés.
Y es, también, la época de Molière. Si Racine se fijaba en Eurípides, Molière se fija en Menandro, el comediógrafo griego entre los siglo IV y III a. C., y en Plauto, el comediógrafo romano del siglo II a. C. Algunas de las comedias de Molière, como El avaro o Anfitrión, son versiones de las comedias plautinas. 
Molière desarrolla la comedia de tipos, siempre con un propósito instructivo: el avaro, el hipócrita, el hipocondríaco. Es crítico, sobre todo, con la burguesía adinerada, en un tono festivo y aleccionador, y con los personajes de las comedias antiguas: la pareja de novios jóvenes, la madre cómplice, el padre arisco, etc.
La obra que íbamos a ver era El enfermo imaginario. Os transcribo el argumento:

Argan es un enfermo imaginario que se alimenta de medicinas y vive espiando los síntomas de posibles enfermedades. De su manía sacan provecho su segunda mujer, Béline, que busca hacerse nombrar única heredera, los médicos Purgon y Diaforius y el boticario Fleurant. Incluso ha decidido casar a su hija Angélique, que en cambio ama a Cléante, con el joven Diaforius, con tal de tener a un médico en casa. Entonces interviene la doncella Toinette que, junto con el hermano de Argan, Béraldo, convence al enfermo imaginario para que se finja muerto. Argan descubre así la hipocresía y la codicia de Béine y el sincero dolor de su hija. Conmovido, da su consentimiento a la boda de Angélique con Cléante y decide convertirse él mismo en médico.

Como veis, el esquema es clásico: el padre obcecado del que todos quieren sacar provecho material menos su hija, que lo hace por amor (a su novio).
Os dejo un enlace con el texto completo de El enfermo imaginario y otro con una representación de la obraOtras piezas célebres de Molière son El avaro o El misántropo. Estos son sus argumentos:

El avaro (1668).- Está inspirada en la Aulularia de Plauto, de la que toma, aparte de alguna de sus más famosas escenas, los rasgos principales del carácter del avaro. Pero en Harpagón la avaricia ha sofocado cualquier otro sentimiento, y los hijos, Cleante y Elisa, lo odian. La discordia se agrava cuando Harpagón muestra su propósito de casarse con la bella y pobre Mariana, de la que está enamorado Cleante, y de casar a Elisa con un anciano gentilhombre, Anselmo, que la acepta sin dote. Es en este momento cuando el criado de Cleante, La Fleche, roba el cofre donde Harpagón guarda el dinero y se lo entrega a su señor, que piensa restituírselo a cambio de Mariana. Harpagón, entretanto, ha acusado del robo a Valerio, su intendente, el cual está convencido de que la cólera de su señor es debida al descubrimiento de sus amores secretos con Elisa. La muy oportuna llegada del rico Anselmo, que reconoce en Mariana y Valerio a los hijos que creía muertos en un naufragio, elimina toda dificultad. Los enamorados se unen en matrimonio y Harpagón encuentra de nuevo su dinero.

El misántropo (1666).- Alcestes es un joven que detesta la mentira y toda forma de compromiso: reprocha a su amigo Filinte su condescendencia mundana; no duda en juzgar pésimo un soneto de Oronte, enemistándose con él; y aunque tiene en curso un proceso, no ejercerá presiones para obterner un veredicto favorable. Sin embargo, está enamorado de una joven mujer, coqueta y maledicente, Celimene, a quien reprocha su humor voluble y la ligereza con que acepta la corte de sus muchos galanteadores. La mujer, sin embargo, consigue siempre escapar a sus reproches. Entre tanto, y pase a su inocencia, Alcestes ha perdido el proceso y ha decidido reitrarse de la vida social. Pide a Celimene que lo siga. La mujer busca excusas cuando se presentan tres cortejadores que, en posesión cada uno de los tres de una carta de amor de ella, le declaran su desprecio. Solamente Alcestes estaría dispuesto a perdonarla si Celimene consintiera en abandonar el mundo con él. Pero la mujer no quiere y Alcestes se dispone a retirarse en la soledad.

Esta última, junto con El enfermo imaginario, quizá sean las dos comedias que más se prestan a una versión moderna. En El avaro Moliere usa el mismo deus ex machina que venían usando las comedias barrocas (por ejemplo, El perro del hortelano, de Lope) y anticipa la comedia de buenas costumbres que en el siglo siguiente llegaría también a España. 

La segunda es particularmente interesante. El principal problema de Alcestes es que odia mentir, en un mundo de mentiras necesarias, o de mentiras que son una forma de verdad. Alcestes es tan riguroso consigo mismo que no tiene cabida en esta sociedad. La metáfora sigue viva: un exceso de coherencia es incompatible con la vida social. La condena es quedarse solo, no retirarse con su amada, porque tampoco ella puede soportar esa integridad moral tan absoluta.