jueves, 19 de marzo de 2020

Literatura del siglo XVIII en Alemania



Mientras Francia desarrollaba el clasicismo y extendía su influencia, en Alemania nace una corriente que desembocará en el Romanticismo. Durante la primera mitad del XVIII, la influencia francesa también llega a Alemania, pero, entre los muchos autores, hay uno Klopstock (1724-1803), cuyos versos leerá Werther, que ya indica un cambio de sensibilidad. Kopstock era un poeta dedicado a temas bíblicos sobre todo, pero hay en sus poemas, en medio del estilo clásico, momentos de conmoción que ya prefiguran la llegada del Romanticismo. En este poema de Klopstock puedes ver ese cambio, esa conmoción, esa mezcla de poesía religiosa y prerromántica.

La fiesta de la primavera

" ¡No quiero lanzarme 
al océano 
que abraza los cuerpos celestes todos! 
¡No elevarme hasta donde los primeros que fueron creados, 
los coros jubilosos de los hijos de la luz, 
adoran, adoran con profundo fervor, 
y pasan su existencia embargados en el éxtasis! 
Sólo quiero flotar 
y adorar, 
en derredor de la gota del cubo, 
en derredor de la tierra. 
¡Aleluya! ¡Aleluya!! 
¡También la gota del cubo 
fluyó de la mano del Todopoderoso! 
Cuando de la mano del Todopoderoso 
Surgieron las Tierras más grandes, 
Cuando los torrentes de luz 
surcaron, veloces, el espacio, y se convirtieron en Oriones: 
¡Entonces fue cuando la diminuta gota 
Salió de la mano del Todopoderoso! 
¿Quiénes son los miles y miles, 
los centenares de miles de miríadas 
Que pueblan la gota? 
¿Y los que la poblaron? 
¿Quién soy yo? 
¡Aleluya al Creador! 
¡Más veces que cuantos planetas hay que por él surgieron! 
¡Más veces que Oriones hay, 
Surgidos al confluir y fundirse los rayos de la luz! 
Pero tú, luciérnaga primaveral 
que juegas a mi lado, 
dorada y verdosa: 
¡Tú vives 
Y quizás. no eres 
Ay, inmortal! 
He salido a fuera 
A adorar, 
¿y lloro? 
Perdónale, perdónale a este ser finito 
También estos sus sueños, 
¡Oh tú, que siempre serás!. 
Tú desvanecerás 
Todas mis dudas 
¡Oh tú, que me guiarás 
Por el obscuro valle de la muerte! 
Será entonces cuando lo sepa: 
¿Tenía alma 
la dorada luciérnaga? 
Si tú, luciérnaga, 
Sólo eras polvo moldeado 
¡entonces vuelve a convertirte de nuevo 
En polvo volátil 
O en lo que quiera el Eterno!. “

Pero en Alemania la segunda mitad del siglo está presidida por la gigantesca figura de Goethe. La sociedad ha cambiado, ya es mayoritariamente burguesa. Los intelectuales empiezan a ser sustituidos por la banalidad y el entretenimiento. El racionalismo ilustrado ya no era más que un optimismo paternalista y una filosofía del sentido común. Algunos como Herder (también influidos por Klopstok) plantean un regreso al individuo, al conocimiento de uno mismo, no solo de sus obligaciones racionales sino también de sus pasiones. Herder también anima a valorar lo propio, las tradiciones alemanas, inaugurando una especie de nacionalismo cultural que después será una de las principales características del Romanticismo.
Esta nueva sensibilidad da lugar al grupo literario Tempestad y empuje (Sturm und drang), en la que jóvenes como Shiller o Goethe iniciarán sus carreras. Su idea es que el arte y la literatura deben recomponer al individuo que la nueva sociedad y el racionalismo ilustrado han desposeído de su interior trágico. Shiller admiraba, por ejemplo, a Calderón de la Barca, porque veía en él un autor profundo, intelectual, filosófico, que mantenía la integridad misteriors del arte. También difundió literatura popular con su célebre Guillermo Tell.
Goethe, la figura más importante de la literatura alemana de todos los tiempos, dio con la clave del Romanticismo, que él se puede decir que inauguró, con la publicación de Las desventuras del joven Werther, cuyo argumento es el siguiente: Werther es un alma ardiente y apasionada que se enamora de Carlota, antes de enterarse de que ya está prometida con Albert. Pero Albert es un hombre racional, y aunque duda de Werther, consiente que frecuente su casa y vea a Carlota, quien se siente cada vez más atraída por él, hasta el punto de que se deja besar. Albert ha salido de viaje, y, un tanto cínicamente, le ha ofrecido a Werther su propia arma de fuego. Werther entiende que Carlota lo rechace, pero no lo puede soportar y, pretextando un viaje, se suicida.
Como veremos más adelante, en esta obra ya están todas las características del Romanticismo. Goethe, sin embargo, no abandonó el gusto clásico, aunque con esa nueva ambición de poner al individuo por encima de todo. Entre otras muchas obras (novelas, ensayos, poesía, teatro), Goethe escribió el Fausto, una de las piezas que más influencia han tenido en la literatura posterior. Su argumento, que adapto de un resumen, está lleno de referencias clásicas que os sonarán:

La historia comienza cuando Dios hace un pacto con Mefistófeles que, igual que los pactos entre dioses antiguos, consiste en desviar a Fausto del camino del bien. En la fiesta de Pascua el frustrado Fausto va a dar un paseo con Wagner y recoge un perro, este se transforma en el mismo diablo y hace un trato de sangre con él según el que Fausto vende su alma al diablo para que este cumpla sus deseos. 
Fausto conoce a Margarita, se siente atrído por ella y, con ayuda de Mefistófeles, la conquista. La madre de Margarita muere por una poción somnífera que le dió su hija para poder estar con Fausto, y después ella descubre que está embarazada. El hermano cree que Fausto se aprovechó de ella, ambos se enfrentan y, con ayuda del diablo, Fausto mata a Valentín. Margarita ahoga a su hijo, como Medea, y es condenada por asesinato. En prisión ella se vuelve loca, se niega a escapar y muere. 
Fausto se despierta en un mundo mágico, y viaja en el tiempo y en el espacio. Ayuda al emperador de Alemania, va a una fiesta de criaturas fantásticas y es encantado por el fantasma de Helena, con quien procrea a Euphorion, y al morir su madre lo acompaña a las tinieblas. Fausto regresa junto al emperador y éste le da tierras en la costa por ayudarlo en una batalla. Allí Fausto muere y pierde su apuesta, pero, con la ayuda de los ángeles, ca al cielo y vuelve al lado de su amor, Margarita.

Volveremos, sobre todo, con el Werther, pero os dejo, para terminar, un par de poemas de Goethe, donde claramente se ve esa nueva sensibilidad.

La hermosa noche

Abandonar debo el chozo
donde vive mi adorada,
y con paso sigiloso
vago por la selva árida;
brilla la luna en la fronda,
alienta una brisa blanda,
y el abedul, columpiándose,
a ella eleva su fragancia.
¡Cómo me place el frescor
de la bella noche estiva!
¡Qué bien se siente aquí
lo que nos llena de dicha!
¡Trabajo cuesta decirlo!…
Y sin embargo, daría
yo mil noches como esta
por una junto a mi amiga.

La despedida

¡Deja que adiós te diga con los ojos,
ya que a decirlo niéganse mis labios!
¡La despedida es una cosa seria
aun para un hombre, como yo, templado!
Triste en el trance se nos hace, incluso
del amor la más dulce y tierna prueba;
frío se me antoja el beso de tu boca
floja tu mano, que la mía estrecha.
¡La caricia más leve, en otro tiempo
furtiva y volandera, me encantaba!
Era algo así cual la precoz violeta,
que en marzo en los jardines arrancaba.
Ya no más cortaré fragantes rosas
para con ellas coronar tu frente.
Frances, es primavera, pero otoño

para mí, por desgracia, será siempre.