Pero mientras que entre el diablo de Rústico
y el infierno de Alibech había, por el demasiado deseo y por el menor poder,
esta cuestión, sucedió que hubo un fuego en Cafsa en el que en la propia casa
ardió el padre de Alibech con cuantos hijos y demás familia tenía; por la cual
cosa, Alibech, de todos sus bienes quedó heredera. Por lo que un joven llamado
Neerbale, habiendo en magnificencias gastado todos sus haberes, oyendo que ésta
estaba viva, poniéndose a buscarla y encontrándola antes de que el fisco se
apropiase de los bienes que habían sido del padre, como de hombre muerto sin
herederos, con gran placer de Rústico y contra la voluntad de ella, la volvió a
llevar a Cafsa y la tomó por mujer, y con ella de su gran patrimonio fue heredero.
Pero preguntándole las mujeres que en qué servía a Dios en el desierto, no
habiéndose todavía Neerbale acostado con ella, repuso que le servía metiendo al
diablo en el infierno y que Neerbale había cometido un gran pecado con haberla
arrancado a tal servicio.
Las mujeres preguntaron:
-¿Cómo se mete al diablo en el infierno?
La joven, entre palabras y gestos, se lo
mostró; de lo que tanto se rieron que todavía se ríen, y dijeron:
-No estés triste, hija, no, que eso también
se hace bien aquí, Neerbale bien servirá contigo a Dios Nuestro Señor en eso.
Luego, diciéndoselo una a otra por toda la
ciudad, hicieron famoso el dicho de que el más agradable servicio que a Dios
pudiera hacerse era meter al diablo en el infierno; el cual dicho, pasado a
este lado del mar, todavía se oye. Y por ello vosotras, jóvenes damas, que
necesitáis la gracia de Dios, aprended a meter al diablo en el infierno, porque
ello es cosa muy grata a Dios y agradable para las partes, y mucho bien puede
nacer de ello y seguirse.
2.1 Exponga el
contenido del fragmento y relaciónelo con la totalidad de la obra (puntuación
máxima: 2 puntos).
El
fragmento se corresponde con el final del décimo cuento de la tercera jornada
del Decamerón, una ingenua muchacha de rica familia que se había retirado al
desierto a servir al Dios de los cristianos. Allí, un monje, Rústico, le enseña
a meter al diablo en el infierno, es decir, a gozar carnalmente de ella. La
muchacha le coge tal afición que el monje trata de sosegarla. En ese
momento, según nos cuenta el fragmento, su familia perece y un joven arruinado
corre a rescatarla para quedarse con su herencia. La muchacha, aún inocente,
explica a las otras mujeres en qué consistía meter el diablo en el infierno, y
ellas la consuelan diciéndole que con su flamante esposo también servirá a
Dios.
El
motivo de la mujer joven y fogosa que agota a su pretendiente ya ha aparecido
en otros cuentos del Decamerón (II, 10, cómo un jurista viejo casó con joven
moza), si bien en este caso se entrelazan tres historias como parte de la
parodia contra la cultura de la penitencia que fomentaban en su época los
dominicos y el caprichoso mundo del dinero en el que nadaba la Florencia que
retrata Boccaccio. Así, se nos cuenta:
a)
La historia de una muchacha inocente engañada
con habilidad en nombre de Dios.
b)
La historia de un anacoreta al que le llega la
tentación y utiliza su inteligencia para no parecer un pecador.
c)
La historia del joven arruinado que aprovecha el
incendio y la desgracia de una familia para adelantarse al fisco y cobrar, con
la muchacha, la herencia de los padres desaparecidos.
Los tres personajes forman parte
del mundo del Decamerón, la Florencia anterior a la peste, un mundo gobernado
por el azar del dinero. Boccaccio retrata ese mundo hasta el punto de que se ha
llamado al Decamerón “la epopeya del comerciante”, desde el inversor
arriesgado, como este joven, a los múltiples prestamistas como Melquisedec. La
propuesta de Boccaccio es una exaltación del sexo como instinto natural (por
eso Rústico se deja llevar y a la muchacha le parece bien) y el entendimiento
lúdico de la vida (por eso juega Rústico para llevarla a su terreno con la
burla del infierno y la salvación) donde domina, sobre todo, la inteligencia
(la de Rústico primero y la del joven Neerbale después).
2.2 Analice los
aspectos formales del texto (puntuación máxima: 1 punto).
Todos los cuentos del Decamerón
destacan por su cuidada estructura. En este caso, el cuento plantea el
siguiente desarrollo:
1.
La
muchacha busca cómo servir a Dios.
2.
Un monje retirado en el desierto se sirve de
ella.
3.
Otro joven con apuros de dinero la rescata.
El final del cuento, que
corresponde con este fragmento, es una forma de in cauda venenum, recurso clásico para dar una última vuelta al
argumento que vuelva a cuestionar todo lo anterior. Aquí, el héroe salva a
quien no quería ser salvada, y no lo hace para salvar su honor sino para
quedarse con su dinero.
La prosa está en consonancia con
la constante mezcla de registros que dan brillantez a los cuentos del
Decamerón:
1.
La narración es muy escueta, propia de los
cuentos populares: “sucedió que hubo un
fuego en Cafsa en el que en la propia casa ardió el padre de Alibech con
cuantos hijos y demás familia tenía…”.
2.
Pero, a renglón seguido, se nos narra la
historia de Neerbale (“habiendo en magnificencias gastado todos sus haberes...”)
con una sintaxis mucho más hipotáctica y culta. La mímesis o afán de
verosimilitud la compone todo el campo semántico del dinero (fisco, herederos,
patrimonio) e incluso el mismo estilo de escritura,
de documento legal.
3.
Y poco después, en el diálogo que la joven
mantiene con las otras mujeres, Boccaccio usa un lenguaje cercano, cotidiano,
verosímil, muy realista en la forma de expresarse.
Estos
tres registros (el legendario, el culto y el coloquial) se van ensamblando en
cada cuento sin que se resienta el fluir general de la prosa y no caiga en el
tono sermoneador del que precisamente se está burlando.
Pero
este cuento aporta un cuarto registro: el juego de palabras como elemento de
comicidad. En realidad, todo se ha montado alrededor del equívoco
(diablo/infierno), y da la sensación de que el autor ha rodeado la broma sexual de
elementos narrativos accesorios (la peregrinación, el rescate, típicos de la novela griega) que a su vez le
sirven para ahondar en la parodia.
2.3 Comente la
producción literaria del autor con especial atención a la obra seleccionada
(puntuación máxima: 2 puntos).
1. Obra anterior a El Decamerón.
El
Decamerón es la culminación de la carrera de Boccaccio, quien hasta entonces
había ensayado casi todos los géneros narrativos clásicos. En La caza de Diana, narra el triunfo de
Venus sobre Diana, usando el punto de vista de un ciervo que mira a unas
muchachas y de pronto se convierte en apuesto muchacho. En Filostrato, utilizó su propio drama personal al contar los amores
de Troilo y Criseida. En Filocolo, su
primera novela en prosa, experimenta con la novela griega, la pastoril, la
sentimental, el mito y el cuento maravilloso. Toda esta etapa la vivió en
Nápoles, donde Boccaccio se educó en los albores del humanismo, entre impresionantes
bibliotecas donde rescató del olvido textos de Apuleyo o Juvenal, y se aficionó
a autores como Valerio Máximo.
En una
segunda etapa, de regreso a Florencia, de donde había tenido que marchar tras
la bancarrota de su familia, escribe la Elegía
di madonna Fiammetta, quizá la primera novela psicológica de nuestra
literatura. Pánfilo se comporta con Fiammetta como Eneas con Dido. Pretexta ir
a ver a su padre y ya no vuelve jamás.
2. Estructura de El Decamerón.
En el
Decamerón, Boccaccio reúne todos los experimentos ensayados hasta entonces
(incluido un estudio sobre las islas Canarias o una novela pastoril, Ameto, que será el modelo de La Arcadia
de Sannazzaro) y los vuelca en una obra colosal de cien cuentos hábilmente
engarzados en una novela marco, según una estructura que durante la Edad Media
había llegado de Oriente en colecciones de cuentos. Pero
Boccaccio racionaliza ese método, le
confiere una estructura armónica, lo mezcla con registros diferentes, desde el
cuento de larga tradición folklórica a la parodia de muchos géneros distintos:
exempla para sermones, fabliaux eróticos, novela griega o bizantina, novela
cortés, Dante, crónicas de florentinas, supersticiones populares, etc. Todo
ello, por supuesto, sin olvidar a los clásicos. Un buen ejemplo es su relato,
al comenzar el libro, de la peste de Florencia, que entronca con textos de
Tucídides o Lucrecio en un motivo literario de arraigado prestigio, y que en el
caso de Boccaccio también era un motivo real.
La estructura general del
Decamerón es la siguiente:
1.
Al principio, en la 4ª jornada y en la
Conclusión del autor, se nos insiste en que la obra está dirigida a las
lectoras y que es un entretenimiento inteligente y lúcido donde manda la razón.
El autor defiende el amor y lo erótico como algo natural y la vida social
ciudadana como ejemplo de refinamiento y felicidad. En la conclusión, ataca la
avaricia y la hipocresía y defiende las metáforas sexuales como algo cotidiano
y en absoluto morboso.
2.
El autor pasa a relatar la peste que devastó
Florencia en 1348. Después narra el encuentro de diez jóvenes (siete damas y
tres muchachos) en la iglesia de Santa María Novella, que se retiran juntos a
los alrededores de Florencia. Allí, cada día uno será el rey o la reina e
impondrá el tema sobre el que cada uno deberá narrar un cuento.
3.
Así, cada uno de ellos, con una personalidad muy
marcada, narra una historia. Esta está narrada por Diomeo, el más cómico e
inconsciente, el que todo lo resuelve con burlas y no se atiene a los mandatos,
quien recomienda a su auditorio (las siete mujeres que están reunidas con él en
el jardín descrito al principio de la jornada) que aprendan a salvar su alma.
Todos los cuentos están
encaminados a elogiar la inteligencia y el goce de la vida. Casi todos los
personajes se ven obligados a urdir una artimaña para conseguir algo, y el
éxito es la prueba de su inteligencia. Pero forma parte de esa misma sabiduría
aceptar los goces terrenales con naturalidad y disfrutar al máximo de los dones
de la naturaleza. En el fondo late el tema clásico del carpe diem, en unas
circunstancias que invitaban a ello. La burla constante aleja de cualquier
tentación morbosa. La sorpresa suele ser la ausencia de tragedia, la lógica natural
con que se resuelven todos los conflictos. Las moralejas, en lugar de advertir
de los peligros del pecado, son una invitación al disfrute de la vida.
2.4 Sitúe al autor
en su contexto histórico-literario (puntuación máxima: 2 puntos).
Boccaccio y el Florencia
en el Trecento.
Bocaccio
escribe el Decamerón justo después de
la gran peste, que a su vez vino a empeorar unos años de quiebra económica y
penurias. El propio padre de Boccaccio sufrió esa bancarrota de los
prestamistas florentinos, algo que queda reflejado en varios cuentos del
Decamerón.
Pero
antes de la quiebra Florencia vivía en la opulencia, era la plaza comercial con
la moneda más fuerte de Europa. Estaba naciendo, junto con el ascenso de la
burguesía y el declive de la nobleza medieval, la cultura de la especulación y
del dinero.
La
burguesía triunfante había llevado hasta entonces una vida refinada, como la de
los diez jóvenes que se apartan de la ciudad para entretenerse contando
historias. Este sentido de la urbanitas acerca
a Boccaccio al espíritu de los antiguos, Catulo, por ejemplo.
Boccaccio
se educó en Nápoles, punto de unión con la cultura griega y oriental. Sus
estudios humanísticos, amplísimos, abarcaban toda la novela griega y romana.
Gran aficionado a Tito Livio, Apuleyo y Valerio Máximo. Descubridor de textos
clásicos de Juvenal. Desde sus primeras obras demostró un profundo conocimiento
de la antigüedad y del relato mitológico.
Pero
Boccaccio, como buen humanista, hace una lectura laica del mundo antiguo, sin
el filtro medieval de la cristiandad. Su amistad con Petrarca hizo que en su
propia casa naciera el movimiento humanístico que recorrería durante los
siguientes siglos el occidente europeo. Allí transcribió y estudió textos
antiguos, creó una cátedra de griego para la universidad de Florencia y se
esforzó por unir los estudios latinos y griegos.
Dante y Petrarca.
En el
mismo siglo, su amigo Petrarca consolida la lírica renacentista. Sus sonetos del
Cancionero tendrían una influencia
inacabable en la lírica occidental, así como el uso que él o Dante hacen del
endecasílabo italiano, con acento en sexta.
Dante Alguieri ocupa el centro de
la épica con su epopeya culta de la Divina Comedia, cuyo argumento es el viaje
de Dante al más allá. Virgilio lo acompaña al infierno y a parte del
purgatorio, hasta el paraíso terrenal; Beatriz, amada por Dante en sus años de dolce stil nuovo, lo acompaña hasta el
Empíreo; san Bernardo lo lleva hasta la gloria de Dios.
Estos
tres autores serán los pilares del Renacimiento, que a España llegaría a
finales del siglo XV, con los poetas cortesanos, con Jorge Manrique y con La
Celestina. También había llegado el cuento oriental con versiones, en el siglo
XIII, del Calila e Dimna y el Sendebar, que también influyeron en la obra de
don Juan Manuel.
El género, la novella,
narración más extensa que un cuento y menos que un roman como el de la novela cortés, que llevaba ya un siglo
triunfando, llegaría con toda su fuerza hasta Cervantes. Pero en España,
durante el Renacimiento, se imitó mucho más al Boccaccio de el Corbacho, un
libro moralizante y misógino. Los autores teatrales del XVII, Lope y Tirso a la
cabeza, lo utilizaron como base para los argumentos de algunas de sus comedias,
pero, bien porque solo pudieran manejar una edición expurgada del Decamerón, bien por el sentido
contrarreformista del decoro, la verdad es que aprovecharon más los ingeniosos
argumentos que el mensaje general de la obra.