domingo, 27 de noviembre de 2011

Un comentario de Boccaccio


Pero mientras que entre el diablo de Rústico y el infierno de Alibech había, por el demasiado deseo y por el menor poder, esta cuestión, sucedió que hubo un fuego en Cafsa en el que en la propia casa ardió el padre de Alibech con cuantos hijos y demás familia tenía; por la cual cosa, Alibech, de todos sus bienes quedó heredera. Por lo que un joven llamado Neerbale, habiendo en magnificencias gastado todos sus haberes, oyendo que ésta estaba viva, poniéndose a buscarla y encontrándola antes de que el fisco se apropiase de los bienes que habían sido del padre, como de hombre muerto sin herederos, con gran placer de Rústico y contra la voluntad de ella, la volvió a llevar a Cafsa y la tomó por mujer, y con ella de su gran patrimonio fue heredero. Pero preguntándole las mujeres que en qué servía a Dios en el desierto, no habiéndose todavía Neerbale acostado con ella, repuso que le servía metiendo al diablo en el infierno y que Neerbale había cometido un gran pecado con haberla arrancado a tal servicio.
Las mujeres preguntaron:
-¿Cómo se mete al diablo en el infierno?
La joven, entre palabras y gestos, se lo mostró; de lo que tanto se rieron que todavía se ríen, y dijeron:
-No estés triste, hija, no, que eso también se hace bien aquí, Neerbale bien servirá contigo a Dios Nuestro Señor en eso.
Luego, diciéndoselo una a otra por toda la ciudad, hicieron famoso el dicho de que el más agradable servicio que a Dios pudiera hacerse era meter al diablo en el infierno; el cual dicho, pasado a este lado del mar, todavía se oye. Y por ello vosotras, jóvenes damas, que necesitáis la gracia de Dios, aprended a meter al diablo en el infierno, porque ello es cosa muy grata a Dios y agradable para las partes, y mucho bien puede nacer de ello y seguirse.


2.1 Exponga el contenido del fragmento y relaciónelo con la totalidad de la obra (puntuación máxima: 2 puntos). 

               El fragmento se corresponde con el final del décimo cuento de la tercera jornada del Decamerón, una ingenua muchacha de rica familia que se había retirado al desierto a servir al Dios de los cristianos. Allí, un monje, Rústico, le enseña a meter al diablo en el infierno, es decir, a gozar carnalmente de ella. La muchacha le coge tal afición que el monje trata de sosegarla. En ese momento, según nos cuenta el fragmento, su familia perece y un joven arruinado corre a rescatarla para quedarse con su herencia. La muchacha, aún inocente, explica a las otras mujeres en qué consistía meter el diablo en el infierno, y ellas la consuelan diciéndole que con su flamante esposo también servirá a Dios.
               El motivo de la mujer joven y fogosa que agota a su pretendiente ya ha aparecido en otros cuentos del Decamerón (II, 10, cómo un jurista viejo casó con joven moza), si bien en este caso se entrelazan tres historias como parte de la parodia contra la cultura de la penitencia que fomentaban en su época los dominicos y el caprichoso mundo del dinero en el que nadaba la Florencia que retrata Boccaccio. Así, se nos cuenta:
a)      La historia de una muchacha inocente engañada con habilidad en nombre de Dios.
b)      La historia de un anacoreta al que le llega la tentación y utiliza su inteligencia para no parecer un pecador.
c)      La historia del joven arruinado que aprovecha el incendio y la desgracia de una familia para adelantarse al fisco y cobrar, con la muchacha, la herencia de los padres desaparecidos.
Los tres personajes forman parte del mundo del Decamerón, la Florencia anterior a la peste, un mundo gobernado por el azar del dinero. Boccaccio retrata ese mundo hasta el punto de que se ha llamado al Decamerón “la epopeya del comerciante”, desde el inversor arriesgado, como este joven, a los múltiples prestamistas como Melquisedec. La propuesta de Boccaccio es una exaltación del sexo como instinto natural (por eso Rústico se deja llevar y a la muchacha le parece bien) y el entendimiento lúdico de la vida (por eso juega Rústico para llevarla a su terreno con la burla del infierno y la salvación) donde domina, sobre todo, la inteligencia (la de Rústico primero y la del joven Neerbale después).

2.2 Analice los aspectos formales del texto (puntuación máxima: 1 punto). 

Todos los cuentos del Decamerón destacan por su cuidada estructura. En este caso, el cuento plantea el siguiente desarrollo:
1.             La muchacha busca cómo servir a Dios.
2.      Un monje retirado en el desierto se sirve de ella.
3.      Otro joven con apuros de dinero la rescata.
El final del cuento, que corresponde con este fragmento, es una forma de in cauda venenum, recurso clásico para dar una última vuelta al argumento que vuelva a cuestionar todo lo anterior. Aquí, el héroe salva a quien no quería ser salvada, y no lo hace para salvar su honor sino para quedarse con su dinero.
La prosa está en consonancia con la constante mezcla de registros que dan brillantez a los cuentos del Decamerón:
1.                     La narración es muy escueta, propia de los cuentos populares:  “sucedió que hubo un fuego en Cafsa en el que en la propia casa ardió el padre de Alibech con cuantos hijos y demás familia tenía…”.
2.                     Pero, a renglón seguido, se nos narra la historia de Neerbale (“habiendo en magnificencias gastado todos sus haberes...”) con una sintaxis mucho más hipotáctica y culta. La mímesis o afán de verosimilitud la compone todo el campo semántico del dinero (fisco, herederos, patrimonio) e incluso el mismo estilo de escritura, de documento legal.
3.                     Y poco después, en el diálogo que la joven mantiene con las otras mujeres, Boccaccio usa un lenguaje cercano, cotidiano, verosímil, muy realista en la forma de expresarse.
               Estos tres registros (el legendario, el culto y el coloquial) se van ensamblando en cada cuento sin que se resienta el fluir general de la prosa y no caiga en el tono sermoneador del que precisamente se está burlando.
               Pero este cuento aporta un cuarto registro: el juego de palabras como elemento de comicidad. En realidad, todo se ha montado alrededor del equívoco (diablo/infierno), y da la sensación de que el autor ha rodeado la broma sexual de elementos narrativos accesorios (la peregrinación, el rescate, típicos de la novela griega) que a su vez le sirven para ahondar en la parodia.

2.3 Comente la producción literaria del autor con especial atención a la obra seleccionada (puntuación máxima: 2 puntos).

1. Obra anterior a El Decamerón.

               El Decamerón es la culminación de la carrera de Boccaccio, quien hasta entonces había ensayado casi todos los géneros narrativos clásicos. En La caza de Diana, narra el triunfo de Venus sobre Diana, usando el punto de vista de un ciervo que mira a unas muchachas y de pronto se convierte en apuesto muchacho. En Filostrato, utilizó su propio drama personal al contar los amores de Troilo y Criseida. En Filocolo, su primera novela en prosa, experimenta con la novela griega, la pastoril, la sentimental, el mito y el cuento maravilloso. Toda esta etapa la vivió en Nápoles, donde Boccaccio se educó en los albores del humanismo, entre impresionantes bibliotecas donde rescató del olvido textos de Apuleyo o Juvenal, y se aficionó a autores como Valerio Máximo.
               En una segunda etapa, de regreso a Florencia, de donde había tenido que marchar tras la bancarrota de su familia, escribe la Elegía di madonna Fiammetta, quizá la primera novela psicológica de nuestra literatura. Pánfilo se comporta con Fiammetta como Eneas con Dido. Pretexta ir a ver a su padre y ya no vuelve jamás.

2.  Estructura de El Decamerón.

               En el Decamerón, Boccaccio reúne todos los experimentos ensayados hasta entonces (incluido un estudio sobre las islas Canarias o una novela pastoril, Ameto, que será el modelo de La Arcadia de Sannazzaro) y los vuelca en una obra colosal de cien cuentos hábilmente engarzados en una novela marco, según una estructura que durante la Edad Media había llegado de Oriente en colecciones de cuentos. Pero Boccaccio racionaliza ese método, le confiere una estructura armónica, lo mezcla con registros diferentes, desde el cuento de larga tradición folklórica a la parodia de muchos géneros distintos: exempla para sermones, fabliaux eróticos, novela griega o bizantina, novela cortés, Dante, crónicas de florentinas, supersticiones populares, etc. Todo ello, por supuesto, sin olvidar a los clásicos. Un buen ejemplo es su relato, al comenzar el libro, de la peste de Florencia, que entronca con textos de Tucídides o Lucrecio en un motivo literario de arraigado prestigio, y que en el caso de Boccaccio también era un motivo real.
La estructura general del Decamerón es la siguiente:
1.      Al principio, en la 4ª jornada y en la Conclusión del autor, se nos insiste en que la obra está dirigida a las lectoras y que es un entretenimiento inteligente y lúcido donde manda la razón. El autor defiende el amor y lo erótico como algo natural y la vida social ciudadana como ejemplo de refinamiento y felicidad. En la conclusión, ataca la avaricia y la hipocresía y defiende las metáforas sexuales como algo cotidiano y en absoluto morboso.
2.      El autor pasa a relatar la peste que devastó Florencia en 1348. Después narra el encuentro de diez jóvenes (siete damas y tres muchachos) en la iglesia de Santa María Novella, que se retiran juntos a los alrededores de Florencia. Allí, cada día uno será el rey o la reina e impondrá el tema sobre el que cada uno deberá narrar un cuento.
3.      Así, cada uno de ellos, con una personalidad muy marcada, narra una historia. Esta está narrada por Diomeo, el más cómico e inconsciente, el que todo lo resuelve con burlas y no se atiene a los mandatos, quien recomienda a su auditorio (las siete mujeres que están reunidas con él en el jardín descrito al principio de la jornada) que aprendan a salvar su alma.
Todos los cuentos están encaminados a elogiar la inteligencia y el goce de la vida. Casi todos los personajes se ven obligados a urdir una artimaña para conseguir algo, y el éxito es la prueba de su inteligencia. Pero forma parte de esa misma sabiduría aceptar los goces terrenales con naturalidad y disfrutar al máximo de los dones de la naturaleza. En el fondo late el tema clásico del carpe diem, en unas circunstancias que invitaban a ello. La burla constante aleja de cualquier tentación morbosa. La sorpresa suele ser la ausencia de tragedia, la lógica natural con que se resuelven todos los conflictos. Las moralejas, en lugar de advertir de los peligros del pecado, son una invitación al disfrute de la vida.

2.4 Sitúe al autor en su contexto histórico-literario (puntuación máxima: 2 puntos).
Boccaccio y el Florencia en el Trecento.

               Bocaccio escribe el Decamerón justo después de la gran peste, que a su vez vino a empeorar unos años de quiebra económica y penurias. El propio padre de Boccaccio sufrió esa bancarrota de los prestamistas florentinos, algo que queda reflejado en varios cuentos del Decamerón.
               Pero antes de la quiebra Florencia vivía en la opulencia, era la plaza comercial con la moneda más fuerte de Europa. Estaba naciendo, junto con el ascenso de la burguesía y el declive de la nobleza medieval, la cultura de la especulación y del dinero.
               La burguesía triunfante había llevado hasta entonces una vida refinada, como la de los diez jóvenes que se apartan de la ciudad para entretenerse contando historias. Este sentido de la urbanitas acerca a Boccaccio al espíritu de los antiguos, Catulo, por ejemplo.
               Boccaccio se educó en Nápoles, punto de unión con la cultura griega y oriental. Sus estudios humanísticos, amplísimos, abarcaban toda la novela griega y romana. Gran aficionado a Tito Livio, Apuleyo y Valerio Máximo. Descubridor de textos clásicos de Juvenal. Desde sus primeras obras demostró un profundo conocimiento de la antigüedad y del relato mitológico.
               Pero Boccaccio, como buen humanista, hace una lectura laica del mundo antiguo, sin el filtro medieval de la cristiandad. Su amistad con Petrarca hizo que en su propia casa naciera el movimiento humanístico que recorrería durante los siguientes siglos el occidente europeo. Allí transcribió y estudió textos antiguos, creó una cátedra de griego para la universidad de Florencia y se esforzó por unir los estudios latinos y griegos.

Dante y Petrarca.

               En el mismo siglo, su amigo Petrarca consolida la lírica renacentista. Sus sonetos del Cancionero tendrían una influencia inacabable en la lírica occidental, así como el uso que él o Dante hacen del endecasílabo italiano, con acento en sexta.     
Dante Alguieri ocupa el centro de la épica con su epopeya culta de la Divina Comedia, cuyo argumento es el viaje de Dante al más allá. Virgilio lo acompaña al infierno y a parte del purgatorio, hasta el paraíso terrenal; Beatriz, amada por Dante en sus años de dolce stil nuovo, lo acompaña hasta el Empíreo; san Bernardo lo lleva hasta la gloria de Dios.
               Estos tres autores serán los pilares del Renacimiento, que a España llegaría a finales del siglo XV, con los poetas cortesanos, con Jorge Manrique y con La Celestina. También había llegado el cuento oriental con versiones, en el siglo XIII, del Calila e Dimna y el Sendebar, que también influyeron en la obra de don Juan Manuel.
El género, la novella, narración más extensa que un cuento y menos que un roman como el de la novela cortés, que llevaba ya un siglo triunfando, llegaría con toda su fuerza hasta Cervantes. Pero en España, durante el Renacimiento, se imitó mucho más al Boccaccio de el Corbacho, un libro moralizante y misógino. Los autores teatrales del XVII, Lope y Tirso a la cabeza, lo utilizaron como base para los argumentos de algunas de sus comedias, pero, bien porque solo pudieran manejar una edición expurgada del Decamerón, bien por el sentido contrarreformista del decoro, la verdad es que aprovecharon más los ingeniosos argumentos que el mensaje general de la obra.