de los dos bellos ojos que me ataron;
y bendito el afán dulce primero
que al ser unido con Amor obtuve,
y el arco y las saetas que me hirieron,
y las llagas que van hasta mi pecho.
Benditas cuantas voces esparciera
al pronunciar el nombre de mi dueño,
y el llanto, y los suspiros, y el deseo;
y sean benditos los escritos todos
con que fama le doy, y el pesar mío,
que pertenece a ella, y no a otra alguna.
Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente.
Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
3. Fue el día en que del sol palidecieron En tal tiempo, los míos no entendieron Amor me halló del todo desarmado pero, a mi parecer, no quedó honrado 4. Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra, y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo; Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra, Veo sin ojos y sin lengua grito; Llorando grito y el dolor transito; |