1.
Todo lo
suaviza el sol
puro y sutil;
al mundo se
abre
la nueva cara
de abril;
hacia el amor
se apresuran
los nobles
sentimientos,
y a los
felices los manda
el dios
infantil
Tantas cosas
nuevas
en la solemne
primavera,
y la
autoridad primaveral,
nos mandan
gozar;
nos ofrecen
los medios habituales;
y en tu
primavera
es justo y
honrado
conservar lo
tuyo.
Ámame
fielmente;
observa la
total fidelidad
de mi corazón
2.
Ardiendo
interiormente
de ira
vehemente,
con amargura
hablo para mi
interior;
hecho de
materia,
como
sustancia, ceniza
soy semejante
a una hoja
con la que
juega el viento.
Aunque,
ciertamente, sea propio
del hombre
sabio
establecer
sobre piedra
la situación
de sus cimientos,
yo, como un
estúpido, me comparo
con el río
que vacila
y que nunca
permanece
por un mismo
cauce.
Yo me dejo
llevar
como una nave
sin marinero,
como por los
caminos del aire
se deja
llevar el pájaro errante.
No me
retienen las ataduras;
no me encierra
la llave;
busco a los
que son semejantes a mí,
y me uno a
los depravados.
A mí, la
seriedad del espíritu
me parece una
cosa demasiado seria;
la broma me
es agradable
y más dulce
que los panales de miel.
Todo lo que
Venus ordena
es tarea
suave;
ella no
habita nunca
en los
corazones débiles.
Voy por el
camino ancho
como es
costumbre de la juventud;
me enredo en
los vicios
olvidado de
la virtud.
Ávido de
placeres
más que de la
salvación,
muerto en
cuanto al alma,
presto
atención al cuerpo
3.
Cuando
estamos en la taberna,
no nos
preocupamos de qué sea eso de la tierra
sino que nos
apresuramos hacia el juego,
por el cual
siempre sudamos.
Lo que se
hace en la taberna,
donde el
dinero es el que trae las copas,
esto es lo
que es necesario averiguar,
así que
escuchad lo que os voy a decir.
Unos juegan,
otros beben;
algunos se
dedican indistintamente a ambas cosas
Pero entre
los que se dedican al juego,
de éstos,
unos son desnudados
y otros allí
mismo se visten;
algunos se
visten con sacos.
Allí nadie
teme a la muerte,
sino que
confían a Baco
su suerte.
Primero, por
la rica tabernera
en honor a
ella beben los hombres libres.
Una vez más,
por los cautivos;
después,
beben tres veces por los vivos;
cuatro, por
el conjunto de los cristianos;
cinco, por
los fieles difuntos;
seis, por las
hermanas frívolas
siete, por
los caballeros salvajes
Ocho, por los
hermanos pervertidos;
nueve, por
los monjes separados;
diez, por los
navegantes;
once, por los
que disienten;
doce, por los
penitentes;
trece, por
los caminantes.
Tanto por el
papa como por el rey,
beben todos
sin ley.
Bebe la
señora, bebe el señor,
bebe el
soldado, bebe el clérigo,
bebe aquél,
bebe aquélla,
bebe el
siervo con la criada,
bebe el
activo, bebe el perezoso,
bebe el
blanco, bebe el negro,
bebe el
constante, bebe el inconstante,
bebe el rudo,
bebe el mago.
Bebe el pobre
y el enfermo,
bebe el
proscrito y el ignorado,
bebe el
joven, bebe el viejo,
bebe el
prelado y el decano,
bebe la
hermana, bebe el hermano,
bebe la
abuela, bebe la madre,
bebe ése,
bebe aquél,
beben ciento,
beben mil.
Poco duran
seiscientas monedas
cuando
inmoderadamente
beben todos
sin límite,
por mucho que
beban con espíritu alegre.
Así, nos
critica todo el mundo,
y así seremos
pobres.
¡Que se
condenen
los que nos critican
y no sean
inscritos con los justos!
¡Bien!