domingo, 2 de octubre de 2011

33. La primera voz

Antes del reinado de Psamético, creían los egipcios que eran los hombres más antiguos. Pero desde que Psamético comenzó a reinar y quiso saber quiénes eran los más antiguos, desde entonces piensan que los frigios son más antiguos que ellos, y ellos más que todos los demás. Psamético, como en sus averiguaciones no pudo dar con ningún medio de saber cuáles eran los hombres más antiguos, discurrió de esta traza. Entregó a un pastor dos niños recién nacidos, de padres vulgares, para que los criase en sus apriscos de la manera siguiente: mandóle que nadie delante de ellos pronunciase palabra alguna, que yaciesen solos en una cabaña solitaria, que a su hora les llevase unas cabras, y después de hartarles de leche les diese los demás cuidados. Esto hacía y encargaba Psamético, deseoso de oír la primera palabra en que los dos niños prorrumpían, al cesar en sus gritos inarticulados. Y así sucedió. Hacía dos años que el pastor procedía de tal modo, cuando al abrir la puerta y entrar, cayeron a sus pies los dos niños, y tendiéndole las manos, pronunciaron las palabras becos. La primera vez que lo oyó el pastor, guardó silencia, pero como muchas veces al irlos a ver y cuidar, repetían esta palabra dio aviso a su amo, por cuya orden condujo a los niños a su presencia. Al oírlos a su vez el mismo Psamético, indagó qué hombres usan el nombre becos, e indagando halló que así llamaban al pan los frigios. De tal modo, y razonando por tal experiencia, admitieron los egipcios que los frigios eran más antiguos que ellos.

Heródoto de Halicarnaso, Historias.