martes, 6 de noviembre de 2012

Carmina Burana


1.
Todo lo suaviza el sol
puro y sutil;
al mundo se abre
la nueva cara de abril;
hacia el amor se apresuran
los nobles sentimientos,
y a los felices los manda
el dios infantil
Tantas cosas nuevas
en la solemne primavera,
y la autoridad primaveral,
nos mandan gozar;
nos ofrecen los medios habituales;
y en tu primavera
es justo y honrado
conservar lo tuyo.
Ámame fielmente;
observa la total fidelidad
de mi corazón

2.
Ardiendo interiormente
de ira vehemente,
con amargura
hablo para mi interior;
hecho de materia,
como sustancia, ceniza
soy semejante a una hoja
con la que juega el viento.
Aunque, ciertamente, sea propio
del hombre sabio
establecer sobre piedra
la situación de sus cimientos,
yo, como un estúpido, me comparo
con el río que vacila
y que nunca permanece
por un mismo cauce.
Yo me dejo llevar
como una nave sin marinero,
como por los caminos del aire
se deja llevar el pájaro errante.
No me retienen las ataduras;
no me encierra la llave;
busco a los que son semejantes a mí,
y me uno a los depravados.
A mí, la seriedad del espíritu
me parece una cosa demasiado seria;
la broma me es agradable
y más dulce que los panales de miel.
Todo lo que Venus ordena
es tarea suave;
ella no habita nunca
en los corazones débiles.
Voy por el camino ancho
como es costumbre de la juventud;
me enredo en los vicios
olvidado de la virtud.
Ávido de placeres
más que de la salvación,
muerto en cuanto al alma,
presto atención al cuerpo
3.
Cuando estamos en la taberna,
no nos preocupamos de qué sea eso de la tierra
sino que nos apresuramos hacia el juego,
por el cual siempre sudamos.
Lo que se hace en la taberna,
donde el dinero es el que trae las copas,
esto es lo que es necesario averiguar,
así que escuchad lo que os voy a decir.
Unos juegan, otros beben;
algunos se dedican indistintamente a ambas cosas
Pero entre los que se dedican al juego,
de éstos, unos son desnudados
y otros allí mismo se visten;
algunos se visten con sacos.
Allí nadie teme a la muerte,
sino que confían a Baco
 su suerte.
Primero, por la rica tabernera
en honor a ella beben los hombres libres.
Una vez más, por los cautivos;
después, beben tres veces por los vivos;
cuatro, por el conjunto de los cristianos;
cinco, por los fieles difuntos;
seis, por las hermanas frívolas
siete, por los caballeros salvajes
Ocho, por los hermanos pervertidos;
nueve, por los monjes separados;
diez, por los navegantes;
once, por los que disienten;
doce, por los penitentes;
trece, por los caminantes.
Tanto por el papa como por el rey,
beben todos sin ley.
Bebe la señora, bebe el señor,
bebe el soldado, bebe el clérigo,
bebe aquél, bebe aquélla,
bebe el siervo con la criada,
bebe el activo, bebe el perezoso,
bebe el blanco, bebe el negro,
bebe el constante, bebe el inconstante,
bebe el rudo, bebe el mago.
Bebe el pobre y el enfermo,
bebe el proscrito y el ignorado,
bebe el joven, bebe el viejo,
bebe el prelado y el decano,
bebe la hermana, bebe el hermano,
bebe la abuela, bebe la madre,
bebe ése, bebe aquél,
beben ciento, beben mil.
Poco duran seiscientas monedas
cuando inmoderadamente
beben todos sin límite,
por mucho que beban con espíritu alegre.
Así, nos critica todo el mundo,
y así seremos pobres.
¡Que se condenen
 los que nos critican
y no sean inscritos con los justos!
¡Bien!